miércoles, abril 25

Cuánto odiábamos

La vida en Santiago es asquerosa a veces. Despertarse temprano es penca. No sé cómo la gente puede soportar por años la rutina diaria de: abrir los ojos, mover los ojos, abrir las manos, estirar las manos, destaparse, mover una pierna, mover la cadera, mover la otra pierna, sentarse, bostezos, estirarse, bostezos, estirarse, encender el calefón, buscar la toalla, hacer pipí o caca, sacarse el pijama… Qué lata más grande es sacarse la ropa, ¿no? Todo ese trayecto entre el sueño y la ducha para mí es un tedio. Lo sigue siendo hasta hoy, que no cumplo horario alguno con nadie, o con casi nadie. Lo único aliviante de ese tonto proceso es cuando ya estás nuevamente vestido, y limpio. La pulcritud después de una ducha no se compara con nada. Quizá sí, con el verso final de un poema, o la entrega última de la tesis, cuando ya no hay nada más hacia atrás. Y bien. ¿Qué decía antes de esto? Ah, Santiago. Uf, Santiago. Ay, Santiago. Mmm, Santiago. Yo decidí vivir sola a los 22 años, sabiendo en realidad que más que sola viviría con J, uno de los personajes más importantes en mi vida a quien de paso, le cagué un poco la suya por ser una limítrofe egoísta odiosa egoísta manipuladora egoísta y triste egoísta. Ese departamento que albergó tanto, sexo con extraños, sexo con amor, llantos descontrolados, peleas, sangre, llantos otra vez, sonrisas, fiestas y mucho copete resbaladizo en el suelo, y en el último tiempo: mucho silencio. ¿A dónde se fueron todos? ¿A dónde me traje yo?

martes, abril 24

La previa, parte 1

Comenzamos hoy. En un bus, camino a Talca, camino a Chillán, con una mentirilla entre medio, pero camino a algo lindo y sanador. Sobre todo, calmo. No sé si empezar desde aquí a contar la historia o hacerlo cronológicamente, pues en este tiempo la verdad es que mi vida ha sido bastante irregular. Como una sopa cocinándose, girando hacia todos lados, pero claro, con gusto. Girando hacia arriba, hacia abajo, otras veces llegando a los extremos, en tiempo récord y durante mucho rato, girando, girando, mirando y sintiendo. 

Chiloé. 100 lucas en la cuenta vista, mitad aportada por mi vieja, mitad robada de mi línea de crédito. Un bus hacia Puerto Montt, soledad absoluta cruzando el Canal de Chacao y la conciencia tremenda de saberse inquieta en un lugar desconocido y alejado de todo. Esa sensación jamás la he olvidado. Mirar al mundo y no ver nada, mirar el mar y no ver nada, sólo a mí, mis ojos, mis pies, la lluvia sobre el piso por donde yo camino, por donde yo me muevo, nada más. Una cama en una pieza oscura que por las tardes y noches fue mi refugio. Todo transcurrió rápido y lento, no logro comprender aún ese proceso, sólo sé que esos días descubrí algo: mi soledad ya no quería estar conmigo. Habíamos trazado un acuerdo mutuo durante mucho tiempo, pero no, no nos llevábamos bien por más que lo intentáramos. El olor a la naranja de la señora de los dulces, las fotografías y mi rostro nostálgico no hace más que confirmar la sensación. Ese viaje fue el inicio del fin, o quizá, el día en que decidí autofecundarme. Prefiero pensar eso último. Puse un óvulo sobre mi óvulo, una esencia sobre un vacío y comenzó mi embarazo.

miércoles, abril 11

Hace quince días atrás

tratando de entender algo del inglpes, sonriente y con un vaso de agua en la mano. un vaso de agua que tiene una roca boja marcada, una boca roja como la mía que quedó en la tuya hoy, antes de que me dijeras "chao".
me había olvidado. en realidad no dolió pero cuando me subí al avión y miré S, algo mío quedó puesto en tu ropa. aparte de todo lo que abandoné -y que espero no esté quemada para cuando tenga que regresar-, una parte dejé enterrada cuando con mis ojos, congelé tus orgasmos y los de él. como un leopardo que quiso arrancarse de mi piel, yo quiero devolver la sangrecita seca que queda cuando los dejan caer en el amor. no siento culpa. soy inmoral. tírenme piedras.

11 de abril

comenzó. y no quiero que acabe. no quiero despedidas. todavía no puedo sentarme y mirar en mí ese hilito medio europeo que se jacte de la soledad tan bien llevada por el continente de la madre cultura. ¡estoy sola! estoy sola y conmigo todos los días, con los hombrecitos en las camas ajenas y dispersas, los baños sucios y el olor a humedad en la toalla sucia. el maquillaje corrido todas las noches por el sudor, las cañerías nocturnas, la comida, tanta comida... el agua y el dolor en la espalda que se esconde con el sol de la primavera mientras escribo. todo sonríe, es sólo que quisiera dedicar mi mano a alguien. hablarte a ti. sentarme a fumar, tomar el sol otra vez, contar el amor en los balcones de nápoles y, por favor, sécame el pelo y recuérdame cuánto me amas. mientras tanto, te prometo que haré que una luz salga de mis piernas.

viernes, marzo 16

Viajar

por cierto, lo único que me queda es mi raíz.
se extiende por mi cuerpo, un árbol fuerte y alto.
con un tronco firme, que sostiene desde mis pies a la cabeza.
sus hojas juegan con mi largo pelo. me gusta mucho tener el pelo largo.
y a veces quieren boicotearme, como hoy.
"¿tú no haces nada en tu casa? no soy tu empleada".
se quiebra todo aquí dentro. pero fácilmente nos rearmamos. nos levantamos.
la primavera pasa todos los días, floreciendo.
yo no quiero que a mi árbol vengan a cortar.
no pensé que estando lejos dolería tanto el corazón, pero sí.
la mayoría de los días el sol nos llega de frente, encontramos la posición correcta.
pero hay otros, en que nos duele. la sombra nos duele mucho.
nos enamoramos de algunos rayos que se van, no vuelven. no quieren estar.
y no lo saben, pero un día fuera de casa, estando tan lejos, se siente como un mes.
todo llega más intenso. necesitamos que nos rieguen más seguido. agua, mucha agua. y mucho sol, por favor.
no es que quiera abortar, no. todas las señales indican un camino nuevo.
pero no quiero podarme otra vez. le tengo miedo a las tijeras.
soltaré mis raíces para abrazarme fuerte. sostenerme otra vez.
y aquí vamos.